Los molinos de viento de Formentera se han convertido, junto a sus faros, en uno de los elementos arquitectónicos más representativos de la isla. Su presencia va ligada a la tradición en el cultivo del trigo en Formentera. Si bien la isla se dedicaba principalmente a la actividad pesquera, también existía antiguamente un gran núcleo de población dedicada al cultivo del trigo para la elaboración de pan. Y para el pan, primero se debía obtener la harina.
Los primeros molinos de los que se tiene constancia en la isla eran molinos de tracción animal. Pequeños y con sujeciones para que burros, mulas o bueyes los hicieran girar. No fue hasta el sigo XVIII cuando comenzaron a construirse en la isla los molinos que pueden verse hoy en día.
Se trata de molinos de viento, de mayores dimensiones y con forma cilíndrica de techo cónico. En ellos podíamos encontrar tres plantas diferenciadas. La más alta se dedicaba al mecanismo del molino, la intermedia era donde se molía y la baja servía para almacenar el grano.
En Formentera llegaron a existir siete molinos diferentes. Si quieres visitarlos con tu coche de alquiler, son los de: Molí Vell y el Molí d’en Botigues, situados en la Mola; el Molí d’en Teuet i el Molí de ses Roques, en la proximidades de Sant Ferran; el Molí d’en Mateu y el Molí d’en Jeroni, a poniente de la iglesia de Sant Francesc, y el ya desaparecido Molí d’en Simon, en Es Cap de Barbaria.